lunes, 21 de noviembre de 2011

Cuento para pensar

Esta semana, por "asuntos propios", no he podido preparar la entrada del blog como de costumbre. Para compensar, quiero dejaros este cuento de Jorge Bucay que nos sirve para reflexionar sobre nuestras creencias, sobre todo aquellas que tenemos sobre nosotros mismos. Estas creencias resultan tan limitantes, que nos bloquean y nos impiden seguir adelante con nuestra vida y nuestras relaciones de una forma más sana, definitivamente más feliz.
Espero que os guste:

EL ELEFANTE ENCADENADO
Cuando era pequeño, me encantaban los circos, y lo que más me gustaba eran los animales. También a mí me llamaba la atención el elefante. Durante la función, la enorme bestia hacia despliegue de su tamaño, peso y fuerza descomunal... pero después de su actuación y hasta un rato antes de volver al escenario, el elefante quedaba sujeto solamente por una cadena que aprisionaba una de sus patas, atada a una pequeña estaca clavada en el suelo.

Sin embargo, la estaca era solo un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos centímetros en la tierra. Y aunque la cadena era gruesa y poderosa me parecía obvio que ese animal, capaz de arrancar un árbol de cuajo con su propia fuerza, podría, con facilidad, arrancar la estaca y huir. El misterio es evidente: ¿Qué lo mantiene entonces? ¿Por qué no huye? Cuando tenía 5 o 6 años, yo todavía creía en la sabiduría de los mayores.


Pregunté entonces a algún maestro, a algún padre, o a algún tío por el misterio del elefante. Alguno de ellos me explicó que el elefante no se escapaba porque estaba amaestrado. Hice entonces la pregunta obvia: -Si está amaestrado, ¿por qué lo encadenan? No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente. Con el tiempo me olvide del misterio del elefante y la estaca... y sólo lo recordaba cuando me encontraba con otros que también se habían hecho la misma pregunta. Hace algunos años descubrí que por suerte para mí alguien había sido lo bastante sabio como para encontrar la respuesta: El elefante del circo no se escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde muy, muy pequeño.
Cerré los ojos y me imaginé al pequeño recién nacido sujeto a la estaca. Estoy seguro de que en aquel momento el elefantito empujó, tiró, sudó, tratando de soltarse. Y a pesar de todo su esfuerzo, no pudo. La estaca era ciertamente muy fuerte para él. Juraría que se durmió agotado, y que al día siguiente volvió a probar, y también al otro y al que le seguía...
Hasta que un día, un terrible día para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino. Este elefante enorme y poderoso, que vemos en el circo, no se escapa porque cree -pobre- que NO PUEDE. Él tiene registro y recuerdo de su impotencia, de aquella impotencia que sintió poco después de nacer. Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese registro. 
Jamás, jamás... intentó poner a prueba su fuerza otra vez...

6 comentarios:

  1. Cuanta verdad! Conocía este cuento, pero me ha encantado volver a leerlo...Todos deberíamos de vez en cuando "revisar" nuestras creencias. Todos podemos llegar a ser elefantes grandes y fuertes, capaces de romper cadenas...
    Gracias, como siempre Raquel!

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  2. Este es de mis favoritos, lo he contado a tanta gente tantas veces, es tan gráfico y tan cierto. Gracias.

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  3. A pesar del autor, el cuento es muy descriptivo de la incapacidad que muchas veces sentimos, como un mero reflejo del pasado o de una idea anclada a él, como el elefante en su estaca.

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  4. Me alegro de que os haya gustado el cuento y sobre todo de que pueda servir de reflexión y revisión de creencias.
    Muchas gracias por los comentarios. También agradecer a las personas que me siguen aunque no escriban nada aquí. Un abrazo caluroso para todos y todas en estos fríos días.

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  5. Me recuerda un pensamiento esperanzador y poco habitual. "Aun recorriendo el mismo camino conocido de siempre, se pueden descubrir mundos nuevos"

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  6. Qué bonito pensamiento y qué necesaria esa esperanza, ahora más que nunca. Es importante abrir nuestro corazón a esos mundos nuevos y desconocidos que a veces tememos recorrer. Gracias!

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