jueves, 3 de noviembre de 2011

La autoestima: clave para el bienestar en niños y adolescentes

"La verdadera patria del hombre es su infancia" 
Rainer Maria Rilke


En psicología, se define la autoestima como "el conjunto de creencias y valores que una persona tiene de sí misma, entendiendo como valores, las habilidades, capacidades y recursos que posee". En definitiva, la autoestima es la forma en que nos vemos y nos dirigimos a nosotros mismos.
En los niños y adolescentes es especialmente importante porque es en esta etapa de la vida, cuando se está forjando la personalidad, y la autoestima jugará un papel fundamental en las relaciones que los pequeños establecerán a lo largo de sus vidas.
Nuestra responsabilidad en este aspecto como padres y madres es clave porque, como sabemos, la familia es el lugar principal de educación, socialización y aceptación de uno mismo. Es (o debería ser) su "zona de confort", donde se le quiere por lo que es y se le acepta como es.



Pero no siempre es todo tan idílico, y por diferentes motivos, puede que la familia no aporte ese entorno cálido y confiado...y es aquí donde empiezan multitud de problemas de autoaceptación y baja autoestima. 
Para los adolescentes, lo más importante del mundo es sentirse valorados por sus iguales y hacen cualquier cosa por sentirse parte del grupo. Es en este momento en el que comienzan las desavenencias familiares por cuestiones como la vestimenta, las "amistades" o la hora de llegada. Los jóvenes quieren ser igual que sus compañeros pero diferentes a  los adultos (incluso algunos buscan ser radicalmente opuestos a sus padres) y esto no es más que la búsqueda de su propia identidad. Pero esa búsqueda será infructuosa si sienten un juicio y condena constantes desde casa. Por mucho que ellos renieguen, necesitan la aceptación y valoración paternas para sentirse seguros "ahí afuera". Necesitan saber que, pase lo que pase, siempre tendrán el amor incondicional de sus padres.
Como explica Jorge Bucay, "sólo si me siento valioso por ser como soy, puedo aceptarme, puedo ser auténtico, puedo ser verdadero". Como siempre, os animo a perseguir ese pensamiento y mantener vuestra propia autoestima en un nivel adecuado, para que haya una coherencia entre lo que les decimos a nuestros hijos y nuestra actitud.
Parte de nuestra responsabilidad como padres, madres y educadores, es contribuir a esa autoaceptación. Por supuesto que debemos educarles y acompañarles en su crecimiento, pero educar no debería significar menospreciar o coartar.

Definitivamente, la educación del futuro pasa por la idea que tan sabiamente nos transmitió María Montessori ya en el siglo pasado: "La primera tarea de la educación es agitar la vida, pero dejarla libre para que se desarrolle".





Como sabemos, la escuela también es un lugar fundamental de desarrollo de la autoestima. Muchos profesores lo saben y actúan en consecuencia reforzando a los alumnos en el esfuerzo, pero al hablar con ellos, denotan cierta frustración al estar tan limitados por el sistema educativo en el que estamos inmersos. Desarrollar los contenidos y lograr los mínimos establecidos son la prioridad y los propios profesores no pueden zafarse de esos estrictos objetivos. Resultado: los niños y adolescentes acogen la tarea de aprender con desidia y desconfianza. En muchas ocasiones, antes de empezar un ejercicio o problema, dan por hecho que no van a conseguir resolverlo. Su autoestima empieza a dañarse y a caer en picado. Este es el momento en que hay que actuar para que no vaya a más.

La semana que viene os explicaré algunos síntomas a los que debemos estar atentos para saber si nuestros hijos tienen problemas de autoestima y cómo ayudarles a restablecerla del mejor modo posible.


Os dejo con un delicioso corto de Pixar que muestra cómo el amor de los que nos quieren como somos, lo puede todo. Espero que lo compartáis con los pequeños, lo disfrutéis juntos y sirva de excusa para hablar sobre autoestima con ellos (sin utilizar el palabro, claro).


Hasta las nubes más negras traen cosas buenas...

2 comentarios:

  1. El otro día pensaba sobre ello y me dí cuenta que de pequeña, viviendo a orillas del mar, nunca me explicaron en el cole cuando era levante o poniente, qué viento podríamos tener en uno u otro caso, cómo los vientos podrían afectar a la ropa tendida que se llenaba de arena que venía del Sahara, todo tan cerca y tan lejos, de espaldas a lo que me rodeaba.

    Claro, la masificación, los programas apretados, seguir la pauta de la Consejería… Supongo que el término medio entre el Waldorf y lo que tenemos sería lo ideal, pero en cole público?? Con la que está cayendo?? En el fondo parece mejor opción tener a los enanos en manada y llevarlos a todos a un mismo punto y desarrollar el resto de sus cualidades e inquietudes en casa, a través de las extraescolares, escuchándoles y observándoles, vamos…una vez más nos toca arrimar el hombro que el cole sirve para lo que sirve (lo digo sin tono de desprecio, todo lo contrario) y el resto hay que ponerlo en casa. El cole para aprender contenidos y socializarse y la casa para aprender a vivir, pero diluyendo las fronteras, sin una línea continua que separe ambas "zonas", más bien una discontínua que pueda cambiar de forma. O, quizá no tenemos una imagen exacta de lo que hacen en el cole??

    ResponderEliminar
  2. Es un interesantísimo debate, Lucía. Hoy por hoy y dadas las circunstancias, me temo que no podemos esperar mucho más del sistema educativo que tenemos y que además resulta ser una potente moneda de cambio para los diferentes gobiernos que modifican, hacen y deshacen a su antojo. Sin duda son conscientes de la importancia y la honda huella de la educación.
    Efectivamente, como apuntas, la alternativa posible en el presente, es que los padres observemos más atentamente a nuestros hijos. Pero no en modo "adoración" como ocurre en muchas familias donde el hijo/a es el centro gravitatorio, ejerciendo la dominación absoluta del espacio y el tiempo familiar. Más bien propongo una escucha activa de cada miembro y de cada necesidad en que cada cual aporte y sienta un espacio de libertad (con límites seguros) y creatividad en el que pueda dar rienda suelta a sus talentos sin tener que ceñirse a la rigidez a la que se someten en el colegio.
    Me temo que, como bien dices, en muchas ocasiones, la educación va de espaldas a la vida real. Y lo tremendo es que en el día a día se pueden aprender tantas cosas!! Podríamos enseñar cómo hacer pan (les encanta), a orientarse en el campo con los puntos cardinales, cuestiones técnicas básicas con experimentos caseros...

    Gracias por tu tiempo y por tu fantástica aportación.

    ResponderEliminar