jueves, 22 de marzo de 2012

Todo a zen

No hay que ser agricultor para saber que una buena cosecha requiere de buena semilla, buen abono y riego constante.
También es obvio que quien cultiva la tierra no se para impaciente frente a la semilla sembrada y grita con todas sus fuerzas: “¡Crece, maldita seas!”…
Extraido del cuento zen: El bambú japonés

Parece dificil en la sociedad actual unir dos palabras tan aparentemente opuestas como la paternidad zen, pero si queremos que nuestros hijos vivan en armonía y equilibrio, que sean como ese junco al que doblan las circunstancias y los temporales pero que NUNCA se quiebra, debemos predicar con el ejemplo.



¿Cuales son las bases del zen? Se trata de una escuela milenaria de meditación basada en la simplicidad, el rigor y la constancia. El zen nos invita a aprender de nuestra experiencia, atreviéndonos a explorar fuera de los caminos marcados y abriendo nuestra mente. Decía el maestro Taisen Deshimaru: "para saber si algo es frío o caliente, tenéis que experimentarlo".
Con nuestros hijos, en muchas ocasiones, nos falta la perseverancia del agricultor, el riego constante y amoroso para conseguir el equlibrio. He aquí, donde reside el arte de educar.
Ya lo dijo también Platón con esta hermosa metáfora:
"El hombre es un auriga que conduce un carro tirado por dos briosos caballos: el placer y el deber. El arte del auriga consiste en templar la fogosidad del corcel negro (placer) y acompasarlo con el blanco (deber) para correr sin perder el equilibrio."




¿Cómo ayudarles a conseguir ese ansiado equilibrio?
1.- Cultivemos la autenticidad
Curiosamente existe un punto común entre el zen y el psicoanálisis y es el que dice que no podemos cambiar lo que somos, sino aceptarnos como somos. EL zen considera que nuestra verdadera naturaleza es perfecta y no tenemos que transformarnos para ser mejores. Muchas veces (y esto aparece en las conversaciones diarias de muchas madres) creemos que "deberíamos" ser mejores padres/madres, tenemos un ideal al que pretendemos llegar forzando nuestra naturaleza. Los maestros zen nos han enseñado que ese sufrimiento resulta inútil y peor aún, puede ser un peligro para la educación de nuestros hijos que crecen en la proyección de lo que nos gustaría que fueran o lo que nosotros no pudimos ser. Cultivar la autenticidad consiste en aceptarnos con nuestras peculiaridades, asumiendo nuestras decisiones, nuestras dudas y nuestros errores como parte del aprendizaje de la vida, sin pretender reescribirla historia.
En definitiva, ser auténticos con nuestros hijos es educarles dejando fuera nuestros deseos, frustraciones y remordimientos.

2.- Practiquemos la tranquilidad
Solemos decir que alguien es zen cuando muestra tranquilidad y sangre fría en cualquier circunstancia, pero según la espiritualidad zen, la calma interior no viene del dominio de las emociones, sino de dejarlas fluir. No se trata de mostrarse impasible a los acontecimientos, más bien, la clave está en no dejarse llevar por la emoción ni identificarse con ella.
¿Significa esto que hay que "soportar" estoicamente todos los caprichos y crisis de nuestros hijos? Definitivamente NO. Más bien podemos explicarles con total claridad lo que estamos dispuestos a admitir porque forma parte del ser humano (enfados, críticas...) y lo que nos resulta absolutamente inadmisible (chantaje, insultos, amenazas). Al final, para los padres, practicar esa calma interior requiere enfrentarse a uno mismo (siempre una ardua tarea) observándose, demostrando que respeta emociones e ideas pero marcando claramente la autoridad como padre/madre (educador). Cuando nos mostramos serenos pero firmes veremos que la eficacia es mucho mayor que los gritos descontrolados.

3.- Vivamos el momento presente
La expresión zen más famosa es "aquí y ahora", siendo el tema más recurrente de meditación. Al conectar con el momento presente, somos capaces de cortar de raiz cualquier reflexión sobre algo pasado o futuro que nos angustia. Si volvemos una y otra vez al pasado, revivimos mentalmente nuestros actos con lo que omitimos o decidimos equivocadamente. Esto nos lleva a generar una culpabilidad inútil y dañina que nos bloquea para actuar y concentrarnos en el presente. Si nos proyectamos en el futuro, solemos imaginar escenarios oscuros y trágicos poniéndonos en el peor de los escenarios "por si acaso".
Para los grandes maestros zen, ambas prácticas son estériles y nocivas porque nos apartan del presente, nuestra única y posible realidad, ahí donde podemos decidir, vivir y amar conscientemente. ¿No es maravilloso? Ponerlo en práctica tambien con nuestros hijos, requiere enseñarles a apreciar lo que son y lo que tienen en lugar de quejarse por lo que no tienen. Hacerles comprender que el mañana depende de hoy.

4.- Prediquemos con el ejemplo
Los que seguís el blog ya sabeis que considero esta máxima como una constante en la educación. Sigo observando como los hijos imitan a sus padres en todo, hasta en lo que detestan y me fascina lo que los cambios en los padres producen en sus hijos.
En el zen, la transmisión del maestro al alumno se realiza i shin den shin, es decir, "de mi alma a tu alma". Ser ejemplar no significa en absoluto mostrarse perfecto e irreprochable. ¿Qué efecto puede tener un maestro que dice pero no hace? Recuerdo el caso de un niño con malos resultados académicos que me contaba que su padre le gritaba todas las tardes desde el sofá (viendo la TV a todo volumen) que se fuera de una vez a hacer los deberes...¿por qué creeis que me contaba esta anécdota tan airado? Me contaba que jamás habia visto a sus padres leer o coger un libro ni por accidente, ¿qué efecto paradójico creaba en él ver a su padre (a quien admiraba profundamente) diciendo una cosa y haciendo otra? Esto no significa que mientras ellos estudian nosotros tengamos que hacer lo mismo, pero sí podemos ser modelos de conducta en muchas otras situaciones. Los padres zen no pretenden la excelencia siempre ni pueden pedir a sus hijos lo que ellos mismos no practican. El zen nos responsabiliza de nuestros actos, somos libres de seguir un camino o dar media vuelta y tomar otro.
Los padres zen dan ejemplo porque son conscientes de que los actos son infinitamente más elocuentes que las palabras. De padres zen, hijos equilibrados.


Os dejo dos videos, uno de meditación guiada para niños. Os recomiendo que lo probeis, además de compartir un rato tranquilo y agradable juntos, les podeis ir iniciando en el poder de la meditación para lograr la calma interior. Apenas dura dos minutos y merece la pena enseñarles a parar un poco en este mundo loco que nos ha tocado vivir.
Burbujas de paz

Para los mayores no iniciados que quieren comprobar los resultados de un minuto (¿qué es un minuto en una vida?) de meditación. Este me gusta mucho, a ver que os parece!
Meditar en un minuto

miércoles, 7 de marzo de 2012

Uso responsable de las nuevas tecnologías

"Un ordenador es para mí la herramienta más sorprendente que hayamos ideado. Es el equivalente a una bicicleta para nuestras mentes."
Steve Jobs (1955-2011)

Normalmente a los adultos nos llama poderosamente la atención, la increíble capacidad casi innata que tienen los niños para manejar todo tipo de artilugios con botones y teclas. Les resulta facilísimo utilizar un mando a distancia, un móvil o un ordenador aun con esas manos regordetillas (comestibles) que tienen cuando son muy pequeños. Por no hablar del nivel de comprensión y dominio de las nuevas tecnologías que alcanzan en la adolescentes, que suelen darnos unas cuantas vueltas ante un problema informático que para ellos no es tal y solucionan rápidamente.
La generación de nuestros hijos está hiperestimulada, recibe mucha cantidad (que no calidad) de información pero, ¿saben ellos gestionar toda esta información? ¿están preparados para ello?
En ocasiones, los padres y madres se muestran confusos pues no conocen bien el ámbito tecnológico y se sienten superados por las redes que se tejen en internet.
Por eso es importante que vayamos a la par, que aprendamos con ellos, que juguemos con ellos y estemos presentes en todo su proceso de aprendizaje de las nuevas tecnologías para poder ser referencia de un uso racional de las mismas.
Al igual que para conducir son necesarios unos conocimientos teóricos y prácticos previos, con el uso de ordenadores y videojuegos deberiamos pasar por un proceso parecido. Es incomprensible que muchos niños se lancen al mundo cibernético sin una formación previa y sin que sus padres sepan mínimamente qué páginas visitan, en qué redes se mueven...
Muchos padres me hablan del derecho a la intimidad de sus hijos (que defiendo tambien a capa y espada), pero ante todo, pienso que su integridad física y psicológica es primordial y sin duda es responsabilidad de los padres. Enseñarles a utilizar internet asi como los videojuegos con sentido común, nos ahorrarán muchas preocupaciones y sobresaltos.



Ya nadie duda de que se ha abierto un campo enorme de información y aprendizaje con las nuevas tecnologías. Muchas veces somos los propios adultos los que tenemos que acelerar nuestra formación sobre lo que manejan nuestros hijos: en qué consiste su videojuego favorito, con quien se relacionan en internet, cómo es la configuración de privacidad de su cuenta en un perfil social... Además tenemos que saber si cada una de estas acciones es adecuada para su edad. ¿Cómo? Hay dos cuestiones clave: COMUNICACIÓN y RESPETO. Es fundamental que desde pequeños entiendan que el ordenador es una herramienta y no un fin en si mismo. Al igual que la TV y los videojuegos, el uso de internet tiene un componente adictivo que necesita de un activo control parental. Cuando los niños son pequeños (aprox. 6 o 7 años), ya ven que otros compañeros tienen consolas, juegan con el ordenador de sus padres o incluso tienen móvil (¿¿¿???). Entonces empiezan los problemas: empiezan a pedir en casa lo mismo y hay muchos padres que "por no oirles" les dan lo que piden sin ningun tipo de formación ni límite previos. 
Los niños NO necesitan móvil hasta que se mueven de forma independiente. Cuando me preguntan cual es la edad precisa para tenerlo, siempre digo que depende del niño y de sus circunstancias (tiempo que pasa solo, padres separados, etc.) pero en general, alrededor de los 12 o 13 años puede ser un buen momento. Antes de eso solo sirve para distraerles y hacerles adictos a la "comunicación vacía" y, peor aun, facilitar que sean víctimas o verdugos de cybullying (ciberacoso). Para ilustrar estos casos os adjunto esta noticia escalofriante: El ciberacosador actúa en frío



En cuanto a los videojuegos, con un sólo vistazo, los mayores sabemos si el juego es violento o no y si se adecúa a lo que queremos que aprenda o simplemente a un tiempo de ocio sano. No se trata de demonizar todos los videojuegos, de hecho muchos de ellos suponen un componente más de aprendizaje, una superación y una motivación muy interesante si se sabe usar con sentido común. Sería bueno dedicar un poco de tiempo a charlar con nuestros hijos, jugar con ellos a sus juegos,  saber a qué juegan en nuestra casa y en las de sus amigos (aunque ya sabemos que no nos contarán todo), explicarles los peligros y las bondades de los videojuegos desde pequeños y, sobre todo, enseñarles a parar poniendo un límite de tiempo necesario para que el juego no se convierta en una obsesión.

Como veis, el tema da para mucho y la cuestión de la redes sociales que ahora está, lamentablemente, de plena actualidad de nuevo, he preferido dejarla para otro post y no extenderme mucho más en este. ¿Cual es vuestra experiencia y vuestra opinión? ¿Teneis problemas con estos ciberasuntos en casa? Contadme, ya sabeis que me interesa mucho lo que pensais y vuestros comentarios siempre son inspiradores toda vez que enriquecen este espacio de intercambio de experiencias. GRACIAS A TOD@S!!


Espero que os gusten los videos de hoy...
en el primero, un niño explica lo que supone de ventajoso para él el uso de la nuevas tecnologías (¡¡claro que tienen un montón de ventajas!!)
¿Qué piensan los niños de las Nuevas Tecnologías?

Y un toque de humor que siempre es necesario...con este os vais a reir, seguro!
niña hacendosa... ;-)