lunes, 12 de diciembre de 2011

Gastar más no nos hace más felices


Lo que se les dé a los niños, los niños darán a la sociedad.
Karl A. Menninger (1893-1990) Psiquiatra estadounidense

Navidad, época del año asociada a ilusiones, familia y gastos, muchos gastos. Sin embargo, este 2011 se cierra con un crisis acumulada durante ya unos cuantos años y nos sitúa ante estas fechas señaladas con desasosiego, angustia y una percepción de mayor pobreza.

En una sociedad basada en la economía y el consumo, todo lo que signifique rebajar el nivel de gasto, ahonda en nuestro nivel de sufrimiento. Esta percepción materialista de la vida nos hace olvidar algunos aspectos esenciales e infravalorar lo que tenemos, por ejemplo; olvidamos que los mejores momentos de nuestra vida, aquellos que podemos asociar a un mayor nivel de felicidad, están siempre ligados a personas y no a cosas.





Este hecho determina, pese a la corriente reinante que parece sumergirnos en el consumo como una vía de mejora y desarrollo, que existe una fuerza natural que no necesita tanto objeto de consumo y sí algo más de afecto, cariño, pasión, empatía, contacto humano de calidad, en definitiva.

Tal vez este sea un buen momento para hacer de la necesidad, virtud y sacar algún beneficio concreto de esta crisis, aprovechando esta Navidad para gastar menos dinero, que además no tenemos, y dar más amor a nuestro alrededor, lo que nos garantizará menos sufrimiento y mayor calidad de afecto y de vida. 



Nuestros hijos, adolescentes y niños, a pesar de estar impregnados de consumismo, son también los primeros que buscan a sus iguales, a sus padres y familiares para mantener la autoconfianza que se afirma con el afecto de los demás. No es más el que más tiene, tiene más el que más ES.

Hoy os dejo un vídeo documental muy esclarecedor de la manipulación a la que se somete desde diferentes medios publicitarios a niños y en consecuencia a adultos para alimentar el consumismo feroz. No dejéis de verlo!!

Manipulación publicitaria a los niños

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4 comentarios:

  1. No me parece incompatible el gasto y el afecto, siempre que se separen, que los niños no los identifiquen como similares pero también siempre que se acompañen uno al otro y que cuando entreguemos un regalo o cuando gastemos en preparar una reunión familiar vaya acompañada de un claro mensaje de afecto sincero hacia las personas a las que va dirigido. No como pago de un cariño que se da por su puesto sino como muestra tácita de un afecto verdadero.
    No me gusta el derroche, no me gusta el tener que regalar, no me gusta el comprar por obligación. Me gusta transmitir que regalo, compro, preparo porque te aprecio, porque quiero compartir contigo, porque eres importante para mí y además de mi amistad, mi cariño o mi compañía te entrego este presente que te traigo pensando en tí. Puede ser una cosa, unas palabras, un rato, un cafelito...hay mil cosas que regalar.
    Compremos menos y regalemos más, esa es mi intención. Eso es lo que intento transmitir a mis hijas.

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  2. Increíble artículo Raquel! Y absolutamente oportuno. Es tan triste ver como algunos niños, aun viviendo en la abundancia, se aburren, no desarrollan su creatividad y no encuentran el valor en nada.
    Comparto ya mismo este artículo.
    Enhorabuena

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  3. Querida Lucía, no es que sea incompatible el gasto con el afecto, es que es incomprensible que pueda identificarse del modo que se hace en nuestra sociedad. Si no gastamos, si no hacemos un alarde de poderío, paquetes, muñecas de última moda y video juegos, parece que queremos menos a nuestros hijos...es absolutamente esquizofrénico.
    Muy interesante tu aportación sobre el concepto de "regalar", supongo que esa era la idea inicial hasta que se desvirtuó y se ha convertido en esta vorágine de consumo enfermizo (cuando, además, NO podemos!!).

    Gracias Betiana, efectivamente el desarrollo de la creatividad tiene su base en los momentos de "aburrimiento" y contemplación, pero como parece que tampoco podemos dejar que se "aburran"...

    Un beso a las dos y gracias siempre por vuestro tiempo y fidelidad, no sabeis cuanto me anima a continuar.

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